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La disfunción eréctil es seguramente uno de los problemas más aterradores para un hombre. Y es que la virilidad y la propia concepción del varón como macho se relaciona muchas veces con su poderío sexual, con el tamaño de su pene, con su capacidad para tener relaciones sexuales de forma continuada, intensa y satisfactoria en todos los sentidos. El hecho de no poder disfrutar de una buena erección, de que nuestro órgano reproductor no aguante mucho tiempo preparado para llevar a cabo el coito, puede ser un ataque directo a nuestra hombría, a nuestro autoestima, algo verdaderamente doloroso que suele conllevar problemas más graves, de carácter psicológico, para los hombres. La disfunción eréctil puede tener diferentes causas, aunque usualmente se recogen en dos tipos: las de origen orgánico y las de origen psicológico. Y es que en ocasiones, la disfunción se relaciona más con nuestra  mente que con nuestro cuerpo.

Esto no tendría que sorprendernos demasiado, teniendo en cuenta que buena parte del deseo y la atracción que nos permite excitarnos como hombres nace de nuestro cerebro, de las conexiones que se generan en él ante estímulos determinados. Ya sea de forma consciente o inconsciente, cuando estamos con una persona que nos excita, que nos pone, como se diría ahora, nuestro cerebro envía señales hacia la entrepierna, para prepararla de cara a una posible relación sexual. En algún momento del viaje puede que estas señales se pierdan, o no lleguen de forma concreta o suficientemente intensa, por lo que la erección no se produce o no dura lo suficiente como para poder disfrutarla. El problema afecta no solo a nuestra supuesta imagen de hombre, sino también a nuestras relaciones, que dejarán de ser satisfactorias, e incluso a la posibilidad de buscar descendencia por el método tradicional, complicaciones que se añaden a toda la carga psicológica que nos trae este problema.

Qué es la disfunción eréctil

Se llama disfunción eréctil a la dificultad que tienen los hombres por tener o mantener una erección, es decir, por lograr que su pene se mantenga preparado para una hipotética relación coital. La erección es necesaria para disfrutar de relaciones plenas y satisfactorias, y al no conseguirla, el hombre que sufre este problema puede cargarse de culpa, con el añadido de que todavía seguimos midiendo en muchas ocasiones la hombría o el valor de un hombre por sus capacidades sexuales, algo a todas las luces machista y erróneo, pero que está tan calado en nuestra sociedad que sigue siendo casi una máxima en nuestros tiempos. Por ello, a muchos les resulta vergonzante hablar de este problema y lo llevan en silencio, casi como si fuera una afrenta a su virilidad. Es algo más común con el paso del tiempo y el envejecimiento, aunque hay hombres que la sufren siendo jóvenes.

Causas de la disfunción eréctil de origen psicológico

Como apuntábamos en la introducción, la disfunción eréctil puede darse por dos causas principales: orgánicas y psicológicas. Las primeras tienen que ver con alguna afección en el organismo, ya sea diabetes, obesidad, etc…, que provoca problemas a la hora de mantener una erección o incluso conseguirla. Las causas psicológicas, sin embargo, tienen que ver con nuestros estados mentales, y como ya hemos comprobado, afectan de manera más directa a nuestro deseo y a nuestra excitación, provocando problemas de disfunción que en muchas ocasiones desestabilizan emocionalmente a los hombres, lo que hace que esos propios problemas empeoren.

Las disfunciones de carácter psicogénico pueden venir dadas por una gran variedad de factores, desde los propios nervios de la situación, lo que hará que seamos incapaces de mantener una erección incluso cuando estamos excitados y preparados para ello, hasta trastornos mentales como la ansiedad o la depresión, que pueden suponer un gran obstáculo a la hora de conseguir una buena erección. El estrés suele ser otra causa habitual en este tipo de problemas, ya que en muchas ocasiones funciona como bloqueador del deseo, como una angustiosa muralla que no podemos superar cuando intentamos llegar al placer a través de la erección. La disfunción también se conoce como “gatillazo” si se produce de forma puntual, pero el problema muchas veces se convierte en algo recurrente.

Cuando se convierte en un problema constante

Centrándonos en las disfunciones de origen psicológico, podemos entender que el problema se vuelve constante cuando somos incapaces de llegar o mantener una erección en diferentes ocasiones a lo largo de un plazo de tiempo concreto, como un par de meses, por ejemplo. Ya sea porque estamos pasando una mala temporada en cuanto al estrés o la ansiedad, o simplemente no encontremos una explicación lógica a lo que nos está ocurriendo, el sufrir de disfunción eréctil durante varias semanas puede suponer un grave problema tanto para nuestra confianza como para nuestra propia relación, y deberíamos tomar cartas en el asunto antes de que el problema se haga más grave.

Cómo enfrentarnos a esta situación

A veces es complicado discernir por nosotros mismos, que no somos especialistas, el origen de nuestra disfunción eréctil. Hay que aclarar que este tipo de problemas pueden ser habituales en cualquier hombre, y es normal que de vez en cuando, incluso cuando estamos más excitados, la erección no se mantenga o no podamos “cumplir” como solemos hacerlo. Sin embargo, cuando esto se vuelve constante y nos impide llevar una vida sexual plena y satisfactoria, no podemos darle la espalda al problema y esperar que se solucione solo, porque no lo hará. Visitaremos a un médico o aun especialista, que nos ayudará a encontrar la raíz del problema, para poder subsanarlo.

Debemos mantenernos animados y no caer en la desesperación o en las dudas ante este tipo de problemas. De hecho, si la disfunción es de origen psicológico, seguramente tenga una solución más eficaz y rápida una vez nos pongamos a ello. Contar con el apoyo de nuestra pareja es esencial para poder solventar esta situación que en muchos casos se puede hacer muy cuesta arriba para los hombres. Acudir a terapia sexual y entender cuál es el origen de esa disfunción será el primer paso para superarla, para concentrarnos en mejorar nuestra visión del sexo, en apartar de nuestra vida todo eso que nos preocupa o que nos limita, para poder disfrutar de nuevo del placer como deseamos. La disfunción eréctil psicológica puede servir, además, para darnos cuenta de que tenemos un problema mucho mayor, de ansiedad, estrés o depresión, y ser la luz de alarma que nos avise de ese trastorno.